En la primera mitad de la década de los treinta se produjo la transformación en Mingaobez del sistema de cultivo al tercio al de año y vez.
En el sistema al tercio la explotación se dividía en tres hojas (o tercios). Cada año se sembraba una hoja de cereal (la mayoría trigo y algo de cebada); otro tercio se dejaba de barbecho para la sementera del año siguiente y el otro tercio se dejaba como dehesa para aprovechamiento del ganado de labor y renta; por tanto, en el sistema al tercio cada hoja descansaba dos años y al otro se sembraba. El sistema al tercio aseguraba por un lado la producción de trigo, que aportaba al agricultor la principal fuente de ingresos, y por otro el mantenimiento del ganado de labor (cebada, paja y hierba), así como la reposición de dicho ganado y también la creación de una ganadería de renta con la base del tercio adehesado.
El cultivo de año y vez consistía en dividir la explotación en dos hojas: en una de ellas (hoja principal) se dedicaba al cereal (casi siempre trigo) y la otra a una planta barbechera (algodón, maíz, habas, garbanzos, remolacha, girasol,…), repitiéndose el proceso al año siguiente pero con las hojas cambiadas.
Hay varios aspectos que hasta entonces frenaban la transformación del sistema de cultivo al tercio al de año y vez:
- Las dificultades para colocar los productos en el mercado (por ejemplo, en aquella época no existía un servicio estatal que garantizara la compra a un precio fijado del trigo). Esto hacía que fuera menos atractivo pasar a sistemas como el de año y vez, más intensivos y de mayor producción
- La necesidad de mayores inversiones para pasar del tercio al año y vez
- Complejidad del cultivo de año y vez frente a la comodidad y sencillez del cultivo al tercio
- Creencia generalizada de que la tierra necesitaba largos períodos de descanso
- Necesidad de que existiera un equilibrio entre agricultura y ganadería, lo cual favorecía el cultivo al tercio
- El cultivo al tercio facilitaba el estercolamiento de la explotación cuando los abonos o no existían o escaseaban
- Imposibilidad de prescindir de la tracción animal, dado el nivel tecnológico de aquella época
- Escaso desarrollo de la tracción mecánica
Históricamente – cuando en Mingaobez se cultivaba al tercio que luego evolucionó al año y vez – el ganado constituía un factor de capital importancia en la optimización de esa alternancia y en el aporte de materia orgánica.
En Mingaobez los bueyes eran el ganado de labor más apropiado para las tierras profundas de suelos pesados, en contraposición con el ganado equino empleado para labrar los suelos más ligeros donde se requería menor potencia y mayor agilidad.
Según fuentes orales, dos yuntas de bueyes labraban aproximadamente una fanega de tierra al día, dato que permite hacerse una idea de las necesidades de una explotación agrícola como Mingaobez y de las exigencias espaciales de su caserío: número de bueyes, proporciones de su establo – el tinao o tinahón – y del correspondiente pajar, personal necesario, cabaña ganadera complementaria para faenas de trilla, acarreo, estercolado y renta.
La mejora de las técnicas de labranza y especialmente de los aperos trajeron consigo la paulatina sustitución del ganado vacuno de labor por el mular, desplazado más tarde a su vez a consecuencia de la mecanización de las labores agrícolas.
En los años sesenta se produjo otro importante hito al transformarse la explotación agrícola en regadío. En los sesenta el riego se realizaba a partir de captación realizada en el río Guadalquivir (tal como ocurre en la actualidad), distribuyéndose el agua a las diferentes parcelas a partir de una tupida red de canales. La explotación estaba perfectamente nivelada, lo cual permitía un riego óptimo a pie.
Con el paso de los años se ha ido sofisticando la infraestructura de riego para incorporar nuevas tecnologías que permiten un uso mucho más eficiente del agua así como de la energía. La explotación cuenta en la actualidad con una tupida red de riego subterránea, con hidrantes en las diferentes parcelas que permiten el riego por aspersión de forma óptima. Esto es especialmente crítico para los cultivos hortícolas. La antigua red de canales la seguimos manteniendo pero en la actualidad juega un papel secundario al haber sido reemplazada por la infraestructura subterránea. Los cultivos leñosos (olivar y naranjos) se riegan por goteo.
Con el paso de los años la mecanización ha reducido mucho las necesidades de mano de obra especialmente para la recolección, al generalizarse el uso de cosechadoras con unas productividades extraordinarias. En cualquier caso Mingaobez sigue siendo una explotación muy intensiva en mano de obra ya que una de nuestras prioridades es crear puestos de trabajo.
Con el tiempo también hemos evolucionado a una política de inventario CERO. No almacenamos los productos finales ya que estos, una vez que se cosechan, se cargan en camión y se expiden directamente al Comprador, que suelen ser importantes grupos industriales o mayoristas nacionales e internacionales. El precio de venta no siempre lo cerramos antes del envío al comprador.
Tampoco tenemos prácticamente inventarios ni de abonos ni de productos fitosanitarios.
Los tractores y aperos (abonadoras, sembradoras, maquinaria para aplicación de fitosanitarios, etc.) son nuestros. Contamos con un taller propio para el mantenimiento de nuestro parque de maquinaria. Las cosechadoras generalmente es un servicio que lo tenemos externalizado con proveedores de confianza con los que trabajamos habitualmente.